La
grandeza de una iglesia determina la intensidad del castigo divino por el
pecado cometido. No soy muy católica que digamos, pero quizás pasar por esta
iglesia siempre alegra el día. Su llamativo color azul anuncia la llegada al
centro de la ciudad, su detallada estructura extiende la invitación a pasar,
como una casa muy bien cuidada.
Es
un punto de calma en medio del caos colectivo; la tranquilidad dentro de ella
aleja los miedos personales y acerca a los marabinos a una conversación directa
con Dios.
Usted
está aquí en La iglesia Azul
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